Monday, October 02, 2006

El inconformista Drexler

Dicen que hay instantes que valen una vida. Podría ser que así fuera para Jorge Drexler. Podría ser que él sintiera la tremenda de satisfacción de sentirse el centro del mundo por un instante, y más satisfecho aún cuando ésto parecía abocado a un sueño imposible, un destierro sin tierra que poder pisar por aquellos que le había negado ser partícipe del paraíso hollywoodiense. Todo aquella noche de febrero del 2005, cuando su vida, de repente, cambió y se marcó un precedente que arrastrará (para bien o para mal) el resto de su existencia.
La vida de Jorge Drexler cambió de rumbo en el preciso instante en el que Prince anunciaba su nombre como ganador del Oscar a la mejor canción original en aquella noche de 2005 por "Al otro lado del río" de la película de Walter Salles "Diarios de motocicleta". Sólo entonces fue cuando Banderas se santiguó pensando "de la que me libro", y Drexler saboreando un triunfo que parecía haberle sido negado en todo momento. Pero las previsiones fallaron y contra todo pronóstico, él fue el encargado de conseguir que una canción en castellano se llevara el Oscar. La sonrisa de Drexler era muy descriptible. Era feliz. Feliz por el reconocimiento, feliz por ser el centro de atención del mundo entero; y feliz también porque ahora tenía la posibilidad de hacer lo que hasta ahora le habían negado: CANTAR.
Dice que lo decidió minutos antes, durante una pausa. "Si gano, canto." Podría haber parecido las ensoñaciones de alguien que había sufrido muchos palos en muy pocos días. La venganza de un niño tímido al que Hollywood le había vuelto rebelde. Pero, en vez de dedicar soporíferas palabras de agradecimirento, Drexler hizo lo que mejor sabe, logrando además dejar en ridículo a toda una organización de los Oscar que le habían negado su participación en la ceremonia. El mundo, a veces, es justo y su voz pudo escucharse aquella noche, cuando ya nadie pensaba que esto iba a ocurrir.
Sería el inconformismo de Drexler el que le llevó a tomar esa decisión. Pero, sin duda alguna, vino alimentada por una serie de reveses duros de sobrellevar para un artista al que se le negaba exponer su talento sobre el escenario más visto en el mundo. Primero, señala que él mismo fue el que escribió la inscripción de la canción para optar al Oscar, porque nadie daba un duro por ella. Una canción en castellando, de una película independiente, con un cantante desconocido... Ingredientes ideales para acabar siendo sepultada por el resto de canciones presentadas. Pero fue la suerte, o lo mucho que gustó la película a una parte de los votantes, lo que llevó a que la película fuese una de las cinco nominadas. Hollywood no se lo creía e incluso se hizo un nuevo recuento, tal como afirma Drexler, para ver si podían eliminarla del quinteto finalista.
Pero no pudieron, y fue entonces cuando la polémica se desató. Si que la canción fuese en castellano, ya era un duro problema para enganchar a la audiencia norteamericana (recordemos que los Oscar padecen un descenso de audiencia notable en EEUU, y ésa parece ser la única preocupación de la Academia) a ello se le unía que su intérprete uruguayo era un absoluto desconocido. Así que se empezaron a buscar nombres para cantar ese tema en directo durante la ceremonia. Se habló de Marc Antohony o incluso de... ¡¡¡Enrique Iglesias!!! Los calores le debieron subir rápidamente a Drexler y éste protestó por no dejar participarle. Los productores de la ceremonia, que no la Academia como él bien señala, le dijeron que él no podía cantar. Drexler, que tonto no es, quería llevarse el notable pellizco que le reportarían los derechos de autor por escucharse la canción durante la ceremonia, así que al final tuvo que ceder ante la propuesta de Antonio Banderas y Santana.
Antonio Banderas, tal como confiesa Drexler, fue un amigo y un compañero durante la preparación de la actuación. Malas palabras, por el contrario, tuvo ante Santana. El uruguayo dijo que el guitarrista mexicano nunca le llamó y que los arreglos que él preparó no pegaban para nada con la canción. Algo totalmente cierto, y no hace falta saber de música para verlo. Banderas nunca quiso que Drexler pasara desapericibido, pues él tendría que haber sido el protagonista de una fiesta a la que no fue invitado. En la alfombra roja, acompañado de su esposa, Banderas presentó en la televisión norteamericana al uruguayo, pero la cámara pronto se olvidó de él y sólo enfocó a la pareja de Hollywood.
La actuación fue bastante mala. Antonio hizo lo que pudo con la camisa arremangada. Y Santana... Santana iba a su bola, que para eso lo habían llevado allí. Seguro que después de la actuación, Banderas pensó: "Que Drexler se llevó el Oscar, porque si no... me lapidan". Santana, por supuesto, pasaba de todo.
Y fue entonces cuando Latinoamérica le dio una patada a la América rica, y sólo se consiguió cuando Drexler con voz suave y con el verdadero ritmo del tema cantó: "Clavo mi remo en el agua, llevo tu remo en el mío, creo que he visto una luz, al otro lado del río..."
Fue la noche gloriosa de un Drexler eufórico por haber encarnado al David que venció al Goliat de Hollywood. Por haber vencido a aquellos que le habían negado poder cantar.
Drexler sabe, y muy bien, que el Oscar será ahora una sombra que le acompañará toda su vida. Pero él sigue siendo, parece, el mismo que con cierta timidez llegó a España de la mano de Joaquín Sabina, el utópico que dejó la medicina para coger la guitarra. El mismo que un día fue, por un instante, la voz del mundo. Aquella que, parecía, nunca iba a ser escuchada.
Jorge Drexler ha editado en España su último disco, "DOCE SEGUNDOS DE OSCURIDAD", que está a la venta desde el día 18 de septiembre

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